Siempre vuelve a amanecer

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viernes, 27 de abril de 2012

DISCAMINO (36): a Dios lo que es de Dios y al rey lo que es del rey

          
          Parece ser que ayer metí la pata hasta el corvejón cuando conté lo de la colaboración de la Policía Científica. En cuanto Pepe leyó lo que había escrito le faltó tiempo para llamarme y ponerme de vuelta y media. Lo más suave que hizo fue preguntarme si la sordera era contagiosa y luego añadió: "¡¡pero no te dije yo que con quien había hablado era con Sergio R.  y que había sido él el que se había encargado de la recaudación!!, ¡¡melón que eres un melón!" Yo me quedé a cuadros, claro. "Además si lo conoces de sobra. No sé de donde has sacado lo que pones allí". Estaba verdaderamente enfadado y con razón. 
           Por supuesto que conozco a Sergio de sobra. Le conozco desde que entré en la policía. En aquella época él estaba destinado en Inspección de Guardia, el sitio al que íbamos a hacer los papeleos cuando llevábamos a alguien detenido. Al entrar en aquellas dependencias, novatos como éramos, íbamos siempre pensando a quien nos encontraríamos detrás del mostrador porque, como en todas partes, no todo el mundo te recibe del mismo talante. Si el que estaba de guardia era Sergio, sabíamos que no había nada de lo que preocuparse porque seguro que nos iba a atender con amabilidad y nos iba a orientar perfectamente en cualquier duda que surgiera. Excelente persona, hombre tranquilo y paciente, siempre agradable, muy inteligente y solidario y, además, gran deportista. Era habitual verle correr por el parque de Castrelos con esa zancada suya tan característica. Fijaos si será característica que un día vi a alguien corriendo y me dije, "ahí va Sergio". Al completar la vuelta y venir de frente me di cuenta de que me había equivocado ya que el corredor era por lo menos 20 años más joven que él. Días más tarde supe que era su hijo que había heredado su especial forma de correr. Pepe se deshace en elogios hacia Sergio y él lo conoce mucho más que yo. Yo sólo puedo decir cosas buenas de Sergio y ahora, aún más. Muchas gracias, de corazón, por tu colaboración y perdóname por la metedura de pata de ayer.

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