Siempre vuelve a amanecer

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SIEMPRE VUELVE A AMANECER

martes, 3 de abril de 2012

DISCAMINO (28): panadero por un día

          Hoy, aprovechando las vacaciones de Semana Santa de Gerardo, por fin hemos encontrado tiempo para aceptar la amable invitación de Quique y Begoña de acercarnos a su panadería a ver como se elabora el pan y conocer de primera mano la maquinaria empleada en la tarea. Hemos estado más de una hora disfrutando de la sorpresa y la alegría en los gestos de y palabras de Gerardo. En más de una ocasión una sonrisa ha iluminado su rostro mientras hundía las manos en un trozo de masa que Quique y Pepe tenía especialmente reservada para que hiciera sus primeros pinitos en el mundo de la panadería. Ha dado forma a varias barras, ha examinado concienzudamente las bandejas antes de que fueran trasladadas al horno, ha accionado el botón de la pulverizadora de agua, ha hecho funcionar la amasadora, la batidora y la máquina de estirar la masa, ha contado los compartimentos del carro de las bandejas,... Cuando ya había pasado revista a todas las máquinas, Quique le ha dado a oler diferentes ingredientes para ver si era capaz de identificarlos: confundió con nata la mantequilla; llamó licor de roscón al anís; pensó que era caramelo de limón la esencia de este cítrico y puso cara de póker con la esencia de naranja; seguramente tenía la nariz embotada con tantos cambios de aroma. Cuando la visita estaba a punto de finalizar llegó Begoña con sus niñas, Megan y Sheila, dos preciosidades de 7 y 4 años. Al presentárselas a Gerardo, primero pensó que Sheila era muy mayor porque su madre la había levantado en brazos y él le tocó la cabeza a una altura exagerada. La bajamos al suelo y entonces pensó que en vez de dos eran tres las niñas porque claro, tocó dos cabecitas abajo pero aún recordaba la que había tocado antes muy arriba. Al final todo quedó aclarado. Al darle un beso a Begoña le dijo que le gustaba mucho su colonia y es que es en lo primero en lo que se fija cuando conoce a una chica. Ha sido un rato verdaderamente genial y no solo por lo bien que lo ha pasado durante la visita sino por la cantidad de impresiones de todo tipo que se ha llevado en su memoria para ir desgranándolas en sus próximos momentos de silencio y oscuridad. No sé como daros las gracias, Quique y Begoña. Gerardo por lo visto sí, ya que antes de marcharnos se ofreció para lavar toda la loza del horno y es que es un artista este chico.


MUCHAS GRACIAS POR TODO 
(incluido el paquete de magdalenas que nos habéis dado al salir)  

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